Una mirada cubana a la población en un mundo de cambios

Una mirada cubana a la población en un mundo de cambios

El mundo se transforma a un ritmo vertiginoso: las tasas de fecundidad disminuyen a nivel global, la migración marca descensos –o ascensos en el caso de los países receptores de migrantes– y el envejecimiento poblacional va en aumento progresivo.

Mas no vale hacer de ello un alarmismo por «la explosión demográfica», sino colocar a las personas en el centro de las políticas públicas.

El informe del Estado de Población Mundial 2025 revela que, en la diversidad demográfica, la crisis de fecundidad es uno de los retos acuciantes. El estudio realizado en 14 países plantea que la respuesta más común sobre la cantidad de hijos que desean tener las personas es dos; no obstante, se perciben porcentajes sustanciales de personas que afirmaron haberse replanteado su tamaño de familia previsto a lo largo de la vida. 

Para Marisol Alonso de Armas, jefa de la Oficina cubana del Fondo de Población de las Naciones Unidas, si bien la mayoría de las acciones se han enfocado en métricas, lo importante son los procesos de toma de decisiones, en el cual los individuos determinan su reproducción.

«Las políticas pronatalistas han demostrado resultados efímeros». Por eso deben centrarse en hacer más accesible la maternidad y la paternidad, con licencias remuneradas más amplias, servicios de apoyo al hogar y la promoción de relaciones de género equitativas, detalló.

¿QUÉ PASA EN CUBA?

El país experimenta un alto grado de decrecimiento poblacional, fallecen más personas de las que nacen, y más de un cuarto de los habitantes tiene 60 años y más.

Los datos revelan que la fecundidad no es un tema novedoso, porque Cuba está por debajo del nivel de reemplazo desde 1978. Según explicó Juan Carlos Alonso Fraga, vicejefe de la Oficina Nacional de Estadística e Información, «desde el pasado siglo, además del factor económico, figuran temas recurrentes sobre la negativa de tener hijos, como la superación profesional, asuntos de salud o la realización personal».

Sin embargo, resulta un problema muy serio el embarazo adolescente, grupo etario que más aporta a la fecundidad de la Isla.

Sobre esto, Matilde Molina Cintra, subdirectora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (Cedem), dijo que, aun cuando existen políticas educativas, de salud y leyes de protección para niñas, niños y adolescentes, además de eliminarse el matrimonio en edades tempranas, continúan las uniones consensuadas, la violencia y las brechas de género, que tronchan la posibilidad de desarrollo intelectual de las personas más jóvenes.

Por ello, puntualizó Molina Cintra, la educación integral de la sexualidad constituye un factor determinante para disminuir la fecundidad adolescente.

No en balde el Observatorio de Cuba sobre Igualdad de Género muestra que el 71 % de las mujeres casadas o unidades entre los 15 y los 49 años toman sus propias decisiones sobre las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y su propio cuidado, pero también se aprecia que, a menor nivel de instrucción, se dispone de menos autonomía para ejercer derechos relacionados con la salud sexual y reproductiva.

¿QUÉ FALTA POR HACER?

«La fecundidad adolescente es un fenómeno para enfrentar», afirmó Antonio Ajá Díaz, director del Cedem, y añadió que la Mayor de las Antillas posee una política a la Atención a la Dinámica Demográfica y abarca, en ella, cuatro objetivos esenciales relacionados con la salud sexual y reproductiva, «que aborda que la mujer tenga los hijos deseados, en el momento deseado y sobre la base de los derechos»; la atención integral a la población envejecida para «buscar un envejecimiento posible, factible y productivo»; así como el tratamiento a los recursos laborales, que se basa en cómo lograr que todas las personas en capacidad de trabajar lo hagan; además, la atención a las causas y consecuencias de la migración, tanto interna como externa.

De igual forma, se atiende a las personas vulnerables, hay estrategias para eliminar la violencia de género y empoderar a la mujer, además del Sistema Integral de Cuidado para la Vida.

Sin embargo, precisó Ajá Díaz, los desafíos radican en el monitoreo, control y evaluación de la eficiencia de esas políticas, y que cada territorio reconozca en sus estrategias a la población.

Fuentes

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