¿Por fin, un plan para la educación?

¿Por fin, un plan para la educación?

Después de tres años sin una hoja de ruta clara, el nuevo ministro de Educación presentó el “Plan de Trabajo Prioritario Estratégico 2025-2026”. A diferencia de su antecesora, quien nunca publicó la polémica “Ruta de la Educación” (“porque no le dio la gana”), este documento al menos permite discutir con base.

Son 11 ejes y 62 metas, que incluyen temas como aprendizajes esenciales, inglés, educación técnica, infraestructura, tecnología, carrera docente y planificación.

Lamentablemente, la publicación llega tarde y durará poco, ya que se aplicará en los últimos diez meses del gobierno de turno. Aun así, el esfuerzo es positivo. Por primera vez en esta administración, hay metas, indicadores y prioridades explícitas, como lo exige la transparencia.

La sola existencia del plan ya marca un giro importante frente al vacío previo. Sin embargo, también deja tareas pendientes. No incluye una evaluación crítica de lo que no funcionó antes: cada eje atribuye los retos actuales a los gobiernos anteriores (todos son “problemas estructurales”) y evita el mea culpa por lo que no se hizo en estos tres años. Por ejemplo, omitir una revisión de la fallida “Ruta de la Educación” impide aprender de los errores.

De todo el documento, dos propuestas destacan por su potencial transformador. La primera: la consolidación de un nuevo modelo nacional de macroevaluación educativa. Esta iniciativa, retomada del Noveno Informe Estado de la Educación, plantea crear un ente externo especializado que ayude al país a medir mejor los aprendizajes y usar esos resultados para mejorar, una propuesta urgente ante los fallidos experimentos en evaluación educativa de los últimos años.

La segunda, la implementación de la jornada extendida en educación preescolar (hoy de menos de cuatro horas diarias) y la apertura de grupos para niños de 3 años (en la actualidad, solo ofrecido por la oferta de educación privada) cuyo reto principal será el financiamiento para la contratación de nuevos docentes y la infraestructura requerida para incluir a 50.000 niños de esa edad en el sistema educativo.

En diez meses no se puede transformar la educación (el gobierno ha tenido tres años para intentarlo), pero sí se puede corregir el rumbo y sentar bases para hacerlo mejor.

affa17@gmail.com

Andrés Fernández Arauz es economista.

Fuentes

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