Usar el agua como arma de guerra: la acción más deplorable

Usar el agua como arma de guerra: la acción más deplorable

Todas las civilizaciones han requerido, en mayor o menor grado, del manejo del agua. A lo largo de la historia, los diferentes elementos que han permitido su gestión se han construido en función de la facilidad del acceso al agua o evacuación de la población por servir.

La geopolítica del agua se refiere a cómo la geografía, la política y las relaciones entre países se entrelazan en la gestión de los recursos hídricos, especialmente cuando estos se convierten en motivo de disputas o conflicto.

La escasez de agua, el cambio climático y la creciente demanda del vital líquido han convertido este esencial recurso en un factor clave en las relaciones internacionales y en la estabilidad de las diversas regiones. En conflictos transfronterizos, como el actual entre India y Pakistán, las disputas se dan por el agua del río Indo, que nace en la meseta tibetana, al oeste de China, cerca del lago Mansarovar.

Este río discurre por el subcontinente indio y es uno de los más largos e importantes. Pasa a través del distrito de Ladaj, de Jammu y Cachemira, y luego entra y cruza Pakistán hasta desembocar en el mar Arábigo.

En 1960, se firmó un tratado –en el que medió el Banco Mundial– para evitar conflictos por el agua entre ambas naciones asiáticas. Este “tratado de las aguas del Indo” ha sido muy vulnerable y, aunque ha sobrevivido las tensiones diplomáticas, recientes proyectos de infraestructura hídrica aguas arriba han atizado los conflictos. Esto, en medio de los problemas territoriales sobre Cachemira, región que ha socavado el tratado. Luego de los atentados del 22 de abril anterior, en los que murieron 26 personas, se desató una escalada de tensión entre ambos países asiáticas. India amenaza con romper el tratado y dejar sin agua a Pakistán.

Este parece ser el conflicto más reciente, pero la historia humana abunda en diferendos a causa del agua. Podemos citar los siguientes:

Estados Unidos, 1924. Un grupo armado de campesinos dinamitó el acueducto de la ciudad de Los Ángeles para impedir el desvío del agua de Owens Valley.

Egipto y Sudán, 1959. Se desata una lucha por un territorio en disputa y el uso de las aguas del río Nilo.

Antigua Yugoslavia, 1999. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cortó el suministro de agua a Belgrado para forzar su rendición.

Cochabamba, Bolivia, 2003. En la llamada Guerra de siete días, el propósito era eliminar la privatización del servicio de agua potable a cargo de la empresa Aguas de Tunari.

Israel y Líbano, 2002. El primero atacó a Líbano en las aguas del Hatzbani.

Quizá lo más deplorable ha sido el uso del agua como arma de guerra. Sucedió en 1573, cuando los holandeses inundaron las tierras para romper el sitio de las tropas españolas en Alkmaar. Y en 1915, cuando los alemanes, en retirada tras la derrota en Windhoek, envenenaron los pozos. Más recientemente, el Ejército de Israel, al cortar la electricidad, les limitó el acceso a agua potable a 2,2 millones de personas en la Franja de Gaza.

El agua debería utilizarse siempre como instrumento de paz y no de guerra… aunque esto parezca a veces solo una ilusión.

darnermora@gmail.com

Darner A. Mora Alvarado es salubrista público.

Fuentes

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