Noviembre de 1956, Os de Balaguer, Cataluña, en medio de la dictadura franquista, único país donde el fascismo existe en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
El entonces presidente de Costa Rica da un discurso en la plaza del pueblo.
–Visca Os de Balaguer i Espanya–, dice José Figueres Ferrer, quien, para sorpresa de todos, empieza a hablar en catalán, lengua que aprendió de sus padres, quienes salieron de este pueblo hace 50 años.
El generalísimo promovió la visita de don Pepe buscando legitimación, pero lo que está recibiendo son problemas. Una persona promedio sería detenida por dar un discurso usando una lengua regional en público, pero ¿cómo detener al presidente de un país que, además, ha sido invitado?
La dictadura parece que ha pecado de ingenua. Esperar que quien fundó una “Segunda República” apoye a Franco, que acabó con una en 1939, parece raro. Lección aprendida: en la cena de gala en honor al presidente costarricense, el caudillo español acapara la palabra. Figueres Ferrer no podrá hablar catalán en público ese día.
Pero esta no sería la última vez que Figueres causaría problemas por dar un discurso en medio de una dictadura. Algunos años después, en 1959, sería expulsado por Fidel Castro de Cuba. ¿Su delito? Dar un discurso público en la ciudad de La Habana, en la cual, entre otras cosas, defendió la idea del gobierno representativo: “(…) por el cual hay que morir”. Para ese momento, Fidel Castro era uno más de la lista de dictadores latinoamericanos que tenían a don Pepe como enemigo.
Ya antes Trujillo lo había intentado matar por dar albergue a opositores de su régimen. Por su parte, Somoza y Pérez Jiménez habían apoyado con armas y aviones la intentona golpista de 1955, en la que el gobierno de Figueres casi termina como acabó el de Árbenz un año antes.
Por eso, en una época en que ser llamado dictador o promover prácticas antidemocráticas es visto como una medalla de honor para muchos líderes políticos, parece oportuno recordar a ese hijo de San Ramón de Alajuela que el 8 de este mes cumplió 35 años de fallecido.
Sí, don Pepe cometió muchos errores; esto no es una hagiografía. Tampoco se debe olvidar lo que ocurrió en “Codo del Diablo” un mes de diciembre, en sí una lección contra la concentración de poderes y de lo que pudo ser…
Pero la Constitución de 1949, surgida de la Asamblea que Figueres Ferrer convocó, es la que hoy nos da amplios derechos para señalar y criticar dichas faltas sin temer ninguna repercusión.
Todo, porque él, cuando tuvo la oportunidad de elegir, escogió fundar una democracia en lugar de una dictadura. Son pocas las personas en la historia que, en similares circunstancias, han actuado así, porque la tentación del poder absoluto es difícil de rechazar.
Alguna vez, Winston Churchill dijo: “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. La máxima es cierta: no existe ninguna dictadura que sea buena.
Defender esta forma de gobierno es declarar que un individuo, sin más razón que su voluntad, tiene privilegios especiales sobre los demás. Quienes aceptan que sus líderes se conviertan en ídolos generan una factura de sangre que otros, por lo demás inocentes, pagarán solo por pensar diferente.
Si tiene alguna duda, puede preguntarle a alguno de los tantos inmigrantes latinoamericanos que, durante más de 70 años, han encontrado en nuestro país refugio cuando en sus tierras han decidido darles la espalda a los valores democráticos.
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Sebastián Casas Zúñiga es abogado y máster en Derecho por la London School of Economics. Tiene una maestría en Finanzas por la Universidad de Cambridge.