Quebrar el silencio por las almas nacidas

Quebrar el silencio por las almas nacidas

Reema, Rahaf y Suhaib son niños palestinos que fueron vilmente asesinados, recientemente, por los bombardeos israelíes contra su casa en la localidad de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza. ¿Qué culpa tenían los tres hermanos, dos niñas y un varón –que, a juzgar por sus fotografías, no sobrepasaban los 11 años– de haber nacido en una ciudad ocupada, atacada y masacrada?

Como ellos, hay miles que han muerto en el enclave, aproximadamente cien fallecen o resultan heridos diariamente, y según la Unicef, más de 14 000 están al borde de la muerte por hambruna. Son cifras que constituyen un recordatorio sombrío de la magnitud de la masacre.

Tal como Reema, Rahaf y Suhaib, existen millones de niños que son víctimas inocentes de las agresiones, motivo por el cual se fijó la fecha del 4 de junio para recordarlos; para, más allá de una retórica, crear conciencia internacional.

La fecha no es arbitraria. Fue elegida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1982, en su Periodo de Sesiones de Emergencia sobre la cuestión de Palestina. Se quiso hacer algo con respecto a la situación de un gran número de niños palestinos y libaneses que habían sido víctimas de los actos de agresión de Israel.

El objetivo inicial era centrar la atención en la difícil situación de estos infantes, víctimas de los conflictos en Medio Oriente. Sin embargo, con el tiempo, el día se ha tomado para incluir a todos los niños del mundo que sufren las consecuencias de la violencia, independientemente de su origen o ubicación.

La realidad, como la demuestran los datos, es escalofriante. Según el Informe anual del Secretario General de las Naciones Unidas sobre los niños y los conflictos armados, tan solo en 2023 «alcanzó niveles extremos, tras registrarse un impactante aumento del 21 % en las violaciones graves.

Según el documento, las de mayor incidencia fueron: «la matanza (5 301) y la mutilación (6 348) de 11 649 niños, seguidas del reclutamiento y la utilización de 8 655 niños y 5 205 incidentes verificados de denegación de acceso humanitario, y el secuestro de 4 356». Este año, por lo que parece, los datos van a superarse, desafortunadamente.

El texto plasma también que el mayor número de las transgresiones graves se verificaron en Israel y en el territorio palestino ocupado, la República Democrática del Congo, Myanmar, Somalia, Nigeria y el Sudán.

Pero esta no se limita a la violencia física. En el mundo interconectado, el ciberacoso emerge como una nueva y preocupante forma de agresión infantil, así como la explotación sexual o la laboral.

En tanto, el silencio y la ignorancia son cómplices de la agresión, por lo que, para evitarlo, en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se incluye por primera vez una meta específica centrada en poner fin a todas las formas de violencia contra los niños.

Aunque queda mucho por decir y hacer resumo en que es menester proteger y darle la oportunidad de crecer seguros y libres del miedo a aquellos que, como dijo José Martí: «son la esperanza del mundo».

Fuentes

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