Érase una vez, hace miles de años, muchos hindús padecían del mismo problema que sigue agobiando a la humanidad: Mentes aceleradas, sobredosis de estrés. Para aliviarlo, los sabios decidieron perseguir la paz en medio del caos. La leyenda cuenta que Shiva, el primer yogui, descubrió que simplemente con sentarse y respirar profundo podías calmar la tormenta en tu cabeza. Compartió este sencillo y maravilloso descubrimiento con los Saptarishis, los 7 eruditos y juntos comulgaron paz con la flora y la fauna que los rodeaba. “Copiemos esta harmonía” dijeron y, combinaron respiración con movimiento, imitando árboles, perros, gatos, cuervos, cobras, ranas, camellos, palomas, águilas, caracoles, peces… en posturas que llamaron asanas. Notaron que, con ello, oxigenaban su cuerpo, calmaban su mente y controlaban el maldito estrés.
La batuta de esta bella práctica ha pasado de profesores a estudiantes y, ahora más que nunca, debe seguir pasando pues el mundo está demasiado acelerado, demasiado recalentado. ¡Urge, masificar el regalo de la India para la humanidad!
Hasta 2014, la paz ancestral del yoga estuvo reservada para pocos afortunados, una especie de secreto mejor guardado, por falta de reconocimiento mundial. Bendito sea Narendra Modi, actual primer ministro de la India, pues estrenando su cargo en 2014, sometió ante las Naciones Unidas el brillante punto de agenda para declarar, el 21 de junio, como Día Internacional del Yoga (DIY), y así amplificar los beneficios físicos y mentales de esta práctica milenaria. ¡Aprobado!
No sacado de la manga el 21 de junio; la fecha coincide con el solsticio de verano en el hemisferio norte, de gran simbolismo espiritual en muchas culturas. Los aztecas, por ejemplo, la celebran con ofrendas, danzas y sacrificios dedicados al Dios Sol, Huitzilopochtli; el mundo entero lo celebra practicando yoga.
El mundo celebró el 1er DIY el 21 de junio de 2015. En Nueva Delhi, practicaron 36k personas de 84 países, incluyendo a Narendra. 3 años después, el 21/6/18, el DIY se celebró con la clase más grande del mundo (según Guinness World Records), siempre en la India, con 100,984 participantes. Por otro lado, Bogotá tiene la corona de la clase de yoga más larga del mundo (21/6/16), con una duración de 36 horas, 2 minutos, 40 segundos. ¡Viva Colombia!
¡Viva también El Salvador! Kudos para muchas opciones de salas de yoga, charlas, meditaciones, retiros, capacitaciones, prácticas en casa (frente a YouTube) y eventos comunitarios como clases gratis en los parques Bicentenario y Maquilishuat, guiadas por yoguis certificados de Yogahala y Shanti Yoga respectivamente
Yoga para Una Tierra, Para Una Salud, tema del DIY 2025, que despierta conciencia en la relación entre la salud individual y la salud de nuestro planeta. El 21 de junio recién pasado, todos los terrícolas que celebramos los 10 años del DIY le rendimos tributo a este mantra, inhalando, exhalando e imitando árboles, perros, gatos, cuervos, cobras, ranas, camellos, palomas, águilas, caracoles, peces… “Y la postura de la lora, como es?” pregunta la lorita Pepita.
Yoga = Salud, al unir cuerpo, mente y espíritu, y combinar respiración, movimiento e introspección. Como practicante, 5 veces por semana, soy testigo de beneficios concretos: menos lesiones deportivas, menos dolor de rabadilla, mejor postura, flexibilidad, fuerza, balance, cuidado corporal, gratitud y paaaazzzz.
¿Qué esperas? Tu bienestar comienza con tu decisión de refugiarte en tu mat de yoga, y articular, guturalmente, tu 1er OMMMMMMMMMM, cuyas vibraciones calmarán la tormenta en tu cabeza. Luego, a honrar tu templo, respirando, saludando al sol, e imitando flora, fauna y al bebé feliz; la secuencia de asanas la decidirá tu maestr@.
El OMMMMMMMMMM lo repetirás después del savasana, la postura final del cadáver (te encantará), y con tu chacalele palpitando al mínimo, juntarás tus palmas a la altura de las chichas e, inclinando tu ñola, cerrarás tu práctica con broche de oro, pronunciando Namasté, sánscrito que significa “la luz (paz) que hay en mí, reconoce la luz (paz) que hay en ti”.
HAGAN YOGA, NO GUERRA lee el cartel de la lorita.
