La revocación de las visas de trabajo y turismo por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos al grupo Los Alegres del Barranco reavivó las discusiones sobre el impacto que pueden tener los narcocorridos en el contexto mexicano actual.
Aunque a nivel federal no existe una ley que prohíba la interpretación de estas composiciones, diversos estados y municipios del país ya cuentan con decretos y otras medidas que restringen los narcocorridos y contemplan sanciones para quienes los promuevan en eventos públicos.
Uno de los principales argumentos de esta estrategia de censura es que, al ser discursos que glorifican estilos de vida delictivos, pueden influir en la conducta de las personas, especialmente de las y los jóvenes. ¿Qué efectos puede tener esta medida contra los narcocorridos? En MILENIO consultamos a conocedores del tema para saber cuál es su postura.
Para empezar: ¿Qué es un narcocorrido?
Juan Carlos Ramírez-Pimienta, profesor de la Universidad Estatal de San Diego en California, Estados Unidos, es considerado como uno de los mayores especialistas en el estudio de los narcocorridos.
En entrevista con MILENIO, el investigador hizo especial énfasis en que los narcocorridos pueden ser entendidos como una fuente para consultar la realidad mexicana, aunque las funciones que cumplen son variadas.

«Todos los corridos son canciones narrativas. En sentido estricto, un narcocorrido es un corrido con temática de narcotráfico. Al mismo tiempo, es una fuente de información, a la vez que de desinformación. Hay un elemento de apología [del delito], pero también hay un elemento de historia desde abajo, son cantos de guerra, es una voz del pueblo, pero también de gente que no es del pueblo», manifestó Ramírez-Pimienta.
Prohibición de los narcocorridos: ¿acción eficiente, o un remedio temporal?
Para Ramírez-Pimienta, quien es doctor en letras hispanoamericanas por la Universidad de Michigan, el aspecto más preocupante alrededor de este tema es que «hay demasiada violencia para difundir«.
Desde su perspectiva, las medidas que pretenden restringir la interpretación de narcocorridos son equivalentes a querer curar una enfermedad, como el cáncer, con analgésicos comunes.
«Todo intento de censura o todo intento de legislar la cultura popular va a fracasar si no se toma acción contra la raíz del fenómeno».
Bajo esta misma narrativa, el experto consideró que los narcocorridos «son un ingrediente del caldo, pero el caldo de cultivo es mucho más complejo y el inconveniente de concentrarse sólo en los corridos es que puede enmascarar la problemática real«.

Consultado por esta casa editorial sobre el mismo tema, el cantautor chihuahuense Alex Moreno, promotor del movimiento «Antinarcocorridos», considera que la prohibición de estas canciones en eventos públicos es un paso adecuado hacia la construcción de una cultura de paz, aunque las acciones también deben ir encaminadas hacia una mayor regulación en la publicidad para los artistas que interpretan estos temas.
«Hay muchas acciones que se tienen que tomar, pero definitivamente una de ellas es regular. Definitivamente no se deben escuchar narcocorridos en eventos públicos, no puedes meterle publicidad», mencionó el joven en entrevista.
Empoderamiento étnico y de clase: ¿por qué a las personas les gustan los narcocorridos?
De acuerdo con cifras compartidas por Spotify, entre 2018 y 2023 el consumo de los corridos a nivel mundial tuvo un incremento del 413%, siendo México y Estados Unidos los principales países en los que se escucha este género.
Datos de la misma plataforma actualizados en 2022 apuntan que el 40% de los usuarios que consumen estas canciones son jóvenes de entre 18 y 24 años de edad.

Ramírez-Pimienta considera que uno de los elementos cruciales de los narcocorridos su potencial como mecanismo de empoderamiento para quienes los escuchan, el cual «funciona a nivel étnico en Estados Unidos y en México a nivel de clase [social]».
La comunidad mexicana que reside en Estados Unidos y se siente «bajo ataque» debido a la discriminación, «vive una fantasía musical de tres minutos en donde los mexicanos somos todopoderosos y eso resulta intoxicante. Lo que hace la gran mayoría de los oyentes es separar la parte del mensaje en la que quieren concentrarse e ignorar lo demás».
Respecto a los oyentes de este género en México, el investigador resalta que los narcocorridos pueden cumplir esta función entre las clases populares debido a que se enfocan en «historias de opulencia de una vida que ellos no tienen«, aunque en el proceso pueden ignorar los «métodos de ascenso» en el crimen organizado.
«Tenemos jóvenes que ven esto como algo aspiracional y no los culpo de que digan ‘Pues igual y no está tan mal meterme al narco, lo pasas chido y haces lana‘ y lo más triste es que saben que van a vivir poco, pero hay gente que dentro de su carencia dice ‘prefiero vivir poco y bien a vivir mucho y jodido‘», señaló Alex Moreno en entrevista.
Un informe del Comité Ciudadano de Seguridad Pública de Sonora (CCSP) sostiene que los narcocorridos pueden distorsionar la percepción de la realidad. «En lugar de ver las consecuencias devastadoras de la violencia y el crimen, tienden a ofrecer una visión más atractiva y heroica de estas actividades», sugiere el documento.
Al respecto, Ramírez-Pimienta opinó que estas producciones culturales pueden tener este impacto principalmente «en aquellos jóvenes que están sujetos a ser influenciados», ya que se combina con factores como la falta de oportunidades o de empleo.
«Aquellos jóvenes que tengan una vida equilibrada, una situación laboral más o menos estable, van a escuchar la canción, se va a acabar y al día siguiente van a ir al trabajo, van a ver a su jefe, lo van a saludar y como si nada», apuntó el investigador.
BM.