La villa de San Salvador en el valle de la Bermuda (Parte I) – La Prensa Gráfica

La villa de San Salvador en el valle de la Bermuda (Parte I) - La Prensa Gráfica

La villa de San Salvador de Cuscatlán se ubicó en el llamado valle de La Bermuda, unos 8 kilómetros al sur de la ciudad de Suchitoto. Ahora esa villa se conoce como el sitio histórico de Ciudad Vieja; sus restos nada tienen que ver con los de la antigua hacienda colonial de La Bermuda. Se aclara esto, pues muchas veces se tiende a confundir con el mismo lugar y no es así.
Los vestigios de la villa de San Salvador evidencian la traza que, como muchos de los asentamientos hispanoamericanos estables, fue construida en un plan de cuadrícula. Sin embargo, en su caso el plano es policéntrico, lo que probablemente manifieste de alguna manera una influencia indígena. Al centro de la villa se ubica la Plaza Mayor y, en la esquina noroeste, el cabildo, el edificio político-administrativo más importante. Sus calles rectas salen de todas las esquinas, siguiendo el plan de cuadrícula. También se notan claramente los linderos de los solares (terrenos) y los restos de muchas casas de habitación y comerciales de españoles.
Un dato muy importante de la villa es su carácter “militar”, pues el carácter de los elementos defensivos, como garitas y puestos de vigilancia, que destacan en los extremos norte, este y sur del asentamiento, nos evoca un Cuscatlán que aún no se encontraba ni por cerca dominado. Muchos rasgos arquitectónicos del sitio, especialmente las plataformas residenciales y terrazas, parecen ser de carácter indígena. Un muro defensivo a lo largo de la periferia sur de la villa, así como los puestos de vigilancia y las garitas de control, sirven, como se ha mencionado, de recordatorio de que la conquista todavía era una faena incompleta, y los pueblos originarios del territorio aún eran hostiles ante los conquistadores en los primeros años de la ocupación.
La villa de San Salvador temprana fue instaurada por setenta y tres vecinos en 1528. Su población de españoles osciló entre cincuenta y setenta vecinos y llegó a tener cuarenta y cuatro encomenderos para 1545. Estos encomenderos tenían derechos legales sobre unos doce mil trabajadores pipiles en la provincia de Cuscatlán. Sin duda, esta fue la mano de obra que utilizaron para la construcción de las calles y los inmuebles de la villa. Un considerable trabajo fue dedicado a la construcción de estructuras con cimientos grandes y robustos elaborados de piedra, muros sólidos de tapia, techumbre de tejas y pisos de baldosas y piedra de canto rodado. Algunas de las estructuras, quizás las de mayor importancia, contaban con una ornamentación más elaborada, que incluía columnas de piedra labrada, pisos de mosaicos, pisos de baldosas en diseños polícromos y al menos un caso de tejas vidriadas, posiblemente importadas de Europa.
Cabe resaltar que todos estos vestigios han sido estudiados desde mediados de la década de 1990 hasta el presente, a través de la arqueología histórica, que, mediante la excavación arqueológica y la investigación de la documentación de archivos coloniales, ha podido reconstruir el “rompecabezas” de esta, que es una formidable villa del primer cuarto del siglo XVI, y que continúa esperando que, a partir de la investigación interdisciplinaria, pueda brindar más datos que lleven al conocimiento de la arquitectura, las formas de vida, las dinámicas sociales, culturales, políticas y económicas de este espacio interétnico.
En definitiva, la conquista española influyó en la creación de un paisaje cultural en el cual conquistadores y conquistados interactuaban, cada uno contribuyendo, a través de sus propias condiciones, a la organización y al uso del espacio, como ocurrió en la villa de San Salvador.

Fuentes

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