Recordando y parafraseando la famosa cita de Julio César, Álea iacta est —la suerte está echada— cuando decidió cruzar el río Rubicón en el norte de Italia, a pesar de que el Senado había ordenado que ninguna legión romana cruzara el río y con ello entrara a territorio metropolitano de Roma. Lo mismo se puede decir de la Reserva Federal en este momento, ya que en julio dijeron que, antes de tomar la decisión en septiembre de mantener o bajar su tasa de interés overnight, iban a tener dos datos de inflación y dos datos de desempleo. Pues ayer se obtuvo el dato de la inflación de agosto y, con esto, la Reserva Federal ya tiene todas las cifras con las que contará para tomar su decisión el próximo miércoles 17 de septiembre; es decir, la suerte está echada.
Mucha agua ha pasado debajo del puente desde la última reunión de julio de la Reserva Federal. La fuerte revisión de los datos de desempleo de los meses anteriores y el bajo crecimiento del empleo en julio generaron la ira del presidente Trump, quien despidió en ese mismo momento a la comisionada de Estadísticas Laborales del gobierno, Erika McEntarfer. Desde entonces, Trump nominó a Stephen Miran, jefe del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, para sustituir a la gobernadora de la Fed, Adriana Kugler, que había renunciado al cargo unos meses antes de que se venciera su período. Esta nominación está pendiente de aprobación del Senado.
Trump también dirigió un fuerte ataque contra la gobernadora de la Fed Lisa Cook, acusándola de fraude en una declaración para obtener un crédito hipotecario, y llegó al extremo de despedirla. Esto está en manos del sistema judicial y la señora Cook ha ganado una protección temporal mientras el juicio concluye.
La Reserva Federal tiene que tomar la decisión de mover la tasa de interés la semana próxima en base a una fuerte caída en el empleo en Estados Unidos y un incremento en la inflación que se considera moderado. La tasa de desempleo subió de 4.2% en julio a 4.3% en agosto, mientras que la inflación subyacente subió 0.3% (quitando los precios de la energía y los alimentos) entre julio y agosto y, de manera anualizada, se ubicó en 3.1%. Los dos indicadores económicos son muy importantes y, si la Fed reduce la tasa de interés en 0.25%, como es lo esperado, querrá decir que privilegió la reactivación de la economía frente a la preocupación por una inflación creciente, afectada por los aranceles, que se encuentra por arriba de la meta de 2% de la Fed.
El impacto de una reducción en la tasa de interés es que las tasas de interés de bonos, depósitos y préstamos de corto plazo tenderán a bajar en ese mismo porcentaje. Las tasas de interés de bonos de largo plazo y los créditos de más de 10 años no necesariamente bajarán en ese porcentaje. Lo que los inversionistas querrán definir, después de las declaraciones que dé el presidente de la Fed, Jerome Powell, es si habrá una o dos bajas adicionales en lo que resta de 2025. Por el momento, los analistas, economistas e inversionistas mayoritariamente se están inclinando por dos bajas adicionales de 0.25% cada una antes de que termine el año.
Los movimientos hacia la baja en las tasas de interés de corto plazo ocasionan que sea menos atractivo invertir en Estados Unidos. Salen o no entran capitales, y eso hace que se devalúe el dólar con respecto a muchas monedas del mundo. También vuelve más baratos los productos estadounidenses y eso puede generar ciertas ventajas para exportar, pero encarece las importaciones por el tipo de cambio y por los aranceles que se han establecido para los diferentes países.
A pesar de que la mayoría piensa que habrá bajas posteriores a la de septiembre, hay otras personas que consideran que la subida de la inflación hará muy difícil que sigan bajando las tasas de interés antes de fin de año.