La democracia demanda participación ciudadana. Solo así se fortalece. La indiferencia es su Talón de Aquiles. Si no importa lo que le pasa al vecino, si no importa conocer y respetar la opinión ajena, si no importa lo que pasa en el entorno familiar o empresarial, si no importa la familia ni la institucionalidad, si no importa el civismo, si no importa el desempeño ni la moralidad, si no importa la transparencia y la rendición de cuentas y si, entre muchos otros temas, nada importa y dejamos que solo a uno que otro le importe, la democracia no existe.
Cuando hay indiferencia a la pobreza, a la vulnerabilidad, al cambio climático, a la falta de educación, a la exclusión, a la discriminación, a la insalubridad, a la morbilidad, a la mortalidad, al embarazo precoz, a la deserción escolar y a otros miles de problemas y debilidades sociales; cuando hay indiferencia a estos complejos e históricos problemas sociales y económicos, la gente no se organiza civilmente para resolverlos.
Se escucha decir que no hay buena empresa en un entorno deteriorado, insalubre, corrupto, inseguro, etc. Por eso, se escuchan y hacen efectivos los llamados a la responsabilidad social empresarial para, simple y sencillamente, sobrevivir y desarrollarse en un entorno compartido en el que todos deben ganar. La estabilidad exige que en una sociedad todos ganen para sentir bienestar compartido.
Importa y debería importarnos a todos los problemas y deficiencias sociales, económicas, ambientales y culturales de nuestro entorno. Y esa sensibilidad debe traducirse en acción para ser creíble. Todo lo que el aparato gubernamental deja de atender por incapacidad o incompetencia es motivo para que surjan iniciativas civiles comprometidas con acciones focalizadas en búsqueda del bien común. Estas iniciativas civiles son fundamentales para la democracia, demuestran que importa el bienestar del otro. Es una decisión y acción que refleja cultura política. A partir de la década de los 90 hubo apertura para una amplia variedad de iniciativas civiles como expresión del proceso de democratización que inició.
Importa a todos que la población tenga al menos 12 grados de escolaridad con educación de calidad. Hace falta mucho esfuerzo para lograr lo que hace la diferencia en el mercado laboral y es seguro que el aparato gubernamental es incapaz de lograrlo en el corto plazo. ¿Vale que ciudadanos se organicen para contribuir con la educación? La respuesta es positiva, y hay gran variedad de iniciativas organizadas en fundaciones o asociaciones que tienen largo tiempo de estar trabajando en esto. ¿Atenta la estabilidad política la ocupación ciudadana por la educación?
Importa que todos tengan acceso a agua y saneamiento. Es lo menos que se espera para asegurar salud para todos. Sin embargo, un alto porcentaje de la población no tiene acceso a este vital recurso, muchas veces contaminado por los vertidos de aguas residuales y, por iniciativa gubernamental, pronto se tendrá con contaminación química con la explotación minera. ¿Son válidas iniciativas ciudadanas para asegurar acceso al recurso hídrico en cantidad y calidad? ¿Son válidas iniciativas ciudadanas para conservar los mantos acuíferos? ¿Atenta la estabilidad política la ocupación ciudadana por el agua? ¿Atenta ocuparse por la salud y la salubridad?
Comparto dos temas de la amplia agenda de interés ciudadano que motiva organización civil y refleja libertad. A los ciudadanos, de todas latitudes, interesa (y conviene a la democracia) organizarse para trabajar con autonomía y libertad en todo aquello que la ley no prohíbe, tal como lo establece el artículo 8 de la Constitución de la República. El espacio de acción tiene como límite la observación, el análisis, el compromiso y la creatividad. Tomar iniciativa ciudadana para organizarse en función del bienestar común es un derecho y una obligación.