Entre las más hermosas estampas que engalanaron el recién concluido Festival del Caribe estuvo la representación del Carnaval de Barranquilla, a cargo de un grupo de integrantes de Palma Africana, una institución portadora del folclor colombiano, fundada en 1976 por la maestra Carmen Meléndez Valecilla.
Los que asistimos a la Fiesta del Fuego tuvimos la posibilidad de verlos actuar en el Desfile de la Serpiente y en otros escenarios, conducidos siempre por ese ícono de la lucha por el reconocimiento transformador del arte que es Carmen Meléndez, una figura que apuesta por la defensa de los carnavales y en especial por el carnaval de Barranquilla, como instrumentos de construcción de los pueblos, de la felicidad y de la fuerza que ellos generan.
La distinguida maestra explicó a la prensa algunas de sus concepciones estéticas y socioculturales y ofreció detalles de su trabajo. Explicó que Palma Africana es un pretexto para la formación integral, para deconstruir imaginarios colectivos.
«Algunos creen que el artista es una persona portadora de alegría, pero de una alegría banal y superflua, y nosotros en Palma Africana nos hemos dedicado a estudiar», comentó, y especificó que en la delegación cuentan con un médico, una psicóloga, una trabajadora social, una cantante graduada en los Estados Unidos, y aseguró que «nuestros estudiantes son aspirantes a licenciados en la Universidad del Atlántico».
Con respecto a Palma Africana, dijo que «no es una institución de quejas ni de frustraciones ni de amarguras ni de rencores, es una institución de esperanza, de creer que sí podemos. Nuestro sistema nos ha ubicado por allá, en el rinconcito de cuando viene la fiestecita, el jolgorio… y vengan y bailen el carnaval, el desfile… Pero en Palma Africana nos dedicamos a investigar. No hay una puesta en escena que no haya pasado por el tamiz de la investigación, ratificó.
Con visitas a Moscú, Francia, Alemania, España, Hungría, India y Canadá, y a muchos países de África, Palma Africana ama mucho a su país, y tiene trascendencia a través del arte, y no una trascendencia de orgullo y vanidad, sino de saber que somos el resultado de la más hermosa hibridación cultural, sin odios a Europa, ni lamentos porque nos trajeron de África, acotó. No creemos que la afrocolombianidad está en el color de la piel o en la fisioanatomía. Aquí creemos en que somos colombianidad. Y que esa colombianidad es esa mezcla, insistió.
En todo ello, expuso, vemos el camino expedito para encontrar la paz. Porque cuando logramos expresarnos con la danza, es un cuerpo el que se expresa, pero no de cualquiera manera, sino desde la metacognición, porque todo lo que danzamos tiene una historia, aseveró.
Esas historias, comentó, nos corresponde interpretarlas y para poder interpretarlas tenemos que sentirlas, aseguró. Y para poder sentirlas tenemos que autovivenciarlas. Es por ello que es tan importante la danza para la transformación de una sociedad.
NADIE PUEDE BLOQUEAR EL AMOR
«Voy a decirles algo desde mi corazón. Hay bloqueos de toda especie, bloqueos económicos, pero no hay bloqueo del amor y el amor es arte.
Nadie puede bloquearles a ustedes el derecho a amar lo que son, hermanos y hermanas de Cuba. Nadie nos puede, ni les puede quitar eso», exclamó conmovida y rotundamente.
«Y eso es lo que a ustedes a través del tiempo los ha mantenido firmes, con una resiliencia, con una capacidad, con una fortaleza que solamente la puede tener un pueblo que se autorreconoce en su diversidad. Esta es Cuba. Y quiero que para allá vaya Colombia también», insistió.
Y argumentó: «Para (los nuestros) que dejen de ser tan violentos y tan violentas. Nadie va a hacerle daño a su hermano o a su hermana, a quitarle lo que le pertenece, o a administrar lo que sabe que es de su hermano o de su hermana. Pero para que podamos llegar a ese nivel, tenemos que autorreconocernos y eso es lo que tiene el pueblo de Cuba», valoró.
«¿Y por qué han logrado llegar a esto? Por algunos factores importantes, uno de ellos tiene que ver la intelectualidad, los niveles de investigación que ustedes producen aquí en Cuba han alimentado al mundo entero. Aquí se transpira arte. ¿Y qué es lo que sucede en todas las esquinas?», indagó, al tiempo que ofreció la respuesta:
«Una sonrisa por donde uno pasa, un saludo. No te conocen, pero te miran a los ojos, te sonríen y te dicen, ‘Aquí hay humanos y humanas’ ¿Y eso cómo se logra? Con arte».
En Colombia «nos pueden hacer falta de pronto muchas cositas, pero hay un pueblo que florece, hay una semilla sembrada en el mejor territorio y con el mejor abono y son estas personas que hoy extienden sus brazos y su corazón para representar a Colombia y para aportar y apoyarnos a quienes tenemos el deseo de ver una Colombia transformada, una Colombia en paz, de una Colombia menos violenta, una Colombia donde nos podamos mirar a los ojos y decirnos, ‘Hemos nacido en el mejor país del mundo’», ratificó.