El Salvador con miedo – La Prensa Gráfica

El Salvador con miedo - La Prensa Gráfica

En 1872, Charles Darwin escribe The Expression of the Emotions in Man and Animals, y me sirve para escribir sobre las emociones salvadoreñas. Siendo el cerebro humano un órgano diseñado primariamente para hacernos sobrevivir, el miedo, que se procesa en la amígdala cerebral, es parte humana inherente y ha venido evolucionando en nosotros desde la prehistoria; es, pues, campo de la antropología, entre otras ciencias. El miedo es instintivo, no aprendido, y produce tres efectos sobre los humanos: paraliza, hace huir o empuja a luchar. Darwin lo llamará respuesta de lucha o huida. Cualquiera de las tres es normal y humana. El miedo no dura para siempre; termina cuando aprendemos a complementarlo con la valentía.
Durante la conquista española, indígenas, al comienzo de la invasión, creían que el caballo y el hombre blanco eran uno solo. Eran semidioses ante ellos. Pero cuando se percataron de que se caían del animal, vieron que eran como ellos y perdieron el miedo a enfrentarlos. Igual en Australia: tribus aborígenes creían que sus líderes espirituales poseían el poder de condenar a morir con solo señalar con un hueso ritual. Esto, que en antropología llamamos muerte psicosomática, era un respetado dogma entre nativos, ya que la mayoría de veces la víctima moría a los días o semanas, ya sea por sugestión, miedo extremo o simple presión social. Al llegar los colonizadores británicos, uno de los sacerdotes médicos señaló a los invasores apuntándoles con su hueso y no surtió efecto. Los hombres blancos no morían, y fue interpretado como que el hueso asesino y su dueño habían perdido su poder de decidir quién vivía o fallecía.
En la década de los 70’s, grupos de izquierda salvadoreños, orillados por fraudes electorales y cierre de espacios políticos, se obligaron a enfrentarse a represivos cuerpos de seguridad que los perseguían, capturaban, desaparecían y mataban. Una vez que comenzaron a dispararles, tanto comandos urbanos guerrilleros como guardias o policías comprendieron que ambos podían morir. Cuando llegó el momento de perder el miedo a enfrentar a sus represores, se desató una guerra civil.
Charles Darwin, en su obra, compara humanos y animales (perros, gatos, monos), emociones como ira, tristeza, gozo, desprecio y, desde luego, miedo. Una de las maneras en que los animales encuentran una expresión de utilidad para contener el acecho (disconformidad popular) es mostrar los dientes como defensa. Es decir, en un régimen autoritario punitivo, la cárcel para todo y todos. El miedo, como manera de ejercer el poder, busca generar una antítesis: frente a un perro agresivo surgirán perros sumisos. El éxito estará en, mediante la dicotomía recompensa/castigo, generar la mayor cantidad de perros (humanos) sumisos. También hay acciones derivadas de un sistema nervioso afectado: temblar de miedo (cárcel siendo inocente).
Darwin establecía estas similitudes para reforzar la idea de un origen evolutivo común, pero nos dio a los antropólogos una herramienta para reconocer las acciones de los políticos cuando llevan al terror extremo a los ciudadanos. El populismo penal que implementa el presidente Bukele tiene su manifestación arquitectónica en el CECOT. Más que una política penitenciaria, esta megacárcel y las detenciones sin el debido proceso persiguen ser la muestra física de lo que puede llegar a sucederle a cualquiera. Esto sobrecarga el sistema nervioso de la población, haciendo que pierda su capacidad de respuesta cívica, social o política. Algunas especies se hacen las muertas ante una amenaza.
Corolario: Una de las maneras de esconder el miedo en los humanos es proyectar fuerza para ocultar la debilidad, que es lo que generalmente un autócrata, dictador o tirano hace. En 1935, Hitler aprobó la Ley de Insidia, que castigaba toda expresión, manifestación, palabras, declaraciones públicas o privadas que atentaran contra el bienestar del Reich, imagen del gobierno, el partido nazi o cualquiera de sus miembros. ¿El objetivo? Prohibir a la prensa que revelara la homosexualidad juvenil de Hitler. En 1943, Karlrobert Kreiten fue ejecutado en la horca por comentarlo en una reunión privada con amigos. Igual el periodista checo Julius Fucík también fue decapitado en prisión por publicar dibujos satíricos gay del Führer. De nada sirvió. En 2001, Lothar Machtan nos lo revelaría.

Fuentes

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