El gato educado: la cuerda, el hilo y el puerto

El gato educado: la cuerda, el hilo y el puerto

Un gato puede aprender a usar su caja de arena. Con paciencia, también puede encontrar su lugar de disfrute sin estorbar ni destruir lo que le rodea. Educar es más que enseñar a caer parado. Es cuidar lo que otros construyeron y edificar sobre lo que recibimos. Es, en el fondo, aprender a aportar, aunque sea con un granito de arena.

Panamá ha destinado grandes recursos a la educación, pero aún falta el ancla que motive a quedarse. Se prioriza la educación privada, mientras la pública arrastra una imagen de baja calidad y politización. Hacemos sacrificios para enviar a nuestros hijos a estudiar al extranjero, con la esperanza de que regresen. Pero vuelven a un país con pocas oportunidades, bajos salarios y una plaza laboral que no siempre valora el mérito. A veces les damos una laptop… aunque lo que realmente necesitamos es una bola de hilo hecha con propósito, oportunidad y futuro.

Un gato puede recibir una bola de hilo para entretenerse. Pero si se le enseña bien, puede aprender a convertirla en cuerda… y usarla para escalar. La educación con propósito no solo da herramientas: da dirección. ¿Estamos enseñando a escalar o solo a pasar el rato sin rumbo?

El problema no es de medios, sino de metas. La informalidad laboral afecta a casi la mitad de la población económicamente activa. Muchos jóvenes terminan manejando Uber con títulos en la guantera. No es indigno; lo indigno es invertir tiempo, recursos y vocación para luego abandonar su profesión por falta de trabajo, demanda o conexión con el mercado. Como si vieran la bola de hilo, pero nadie les enseñara a trenzarla.

Y mientras tanto, el país pierde valor. No solo el que se va —nuestros talentos y sueños—, sino el que se queda subutilizado. Como si el Canal cobrara peaje, pero el valor se pasara de largo. Como si las oportunidades pasaran, pero no desembarcaran. ¿Qué hace falta para que anclen y florezcan donde más se necesita?

Simón Bolívar dijo que “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”. Y no hablaba solo de leer y escribir, sino de educar para formar ciudadanos. Justo Arosemena vio en la educación una vía para alcanzar la libertad moral y el progreso. Ambos coincidieron en que, sin ciudadanos formados, críticos, conscientes y comprometidos, no hay nación que aguante.

La educación debe dejar de ser rehén de intereses políticos y volver a ser la base del contrato social. No es una fábrica de títulos. Es un punto de partida. Un semillero de futuros.

¿Queremos que nuestros hijos se queden? Hagamos que valga la pena quedarse. Creemos plazas de trabajo que reconozcan el mérito. Construyamos accesos a oportunidades. Fomentemos la educación técnica, el arte, la ciencia, el pensamiento crítico. Revaloricemos al maestro exigiendo resultados. Sigamos dotándolos de conectividad, pero también de dignidad. Y, sobre todo, cultivemos el respeto.

Un gato bien educado no defeca en la paila donde se cuece el sancocho. Aprendamos que hay un lugar y un momento para cada cosa. Así también debemos ser nosotros: respetar el hogar común, no ensuciar lo que es de todos, cuidar lo que nos nutre. La educación empieza en casa, pero debe continuar en cada rincón del país: en los espacios públicos, los medios y las instituciones.

Panamá será más que un punto de tránsito. Será un destino, un país que educa para exportar conocimiento. Tránsito de contenedores, sí, pero también de sueños logrados. Para eso necesitamos un sistema que enseñe no solo a caer parados… sino a quedarse, construir, escalar y enseñar a otros.

Podemos —y debemos— aspirar a exportar conocimiento de valor. Que no se repita lo que dijo Belisario Porras: “Me faltaron los suizos”. Que, en el futuro, otros países digan: “Nos faltaron los panameños. Ojalá nos asesoren los canaleros”.

Panamá puede, y debe, construir un modelo propio: donde la educación forme ciudadanos, y los ciudadanos construyamos una nación que inspire al mundo.

El autor es ciudadano residente con 16 años de vivir en Panamá.


Fuentes

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