En lo alto del barrio Naranjo, en Fajardo, se cultiva uno de los cacaos más finos de Puerto Rico.
Enclavada entre las montañas de la Sierra de Luquillo, con vistas panorámicas al océano Atlántico, se encuentra Hacienda Chocolat, una finca donde se produce cacao artesanal mediante un modelo de agricultura sostenible y de esfuerzo familiar. Allí, la brisa, la humedad y hasta los diminutos mimes —insectos polinizadores— trabajan en armonía para dar vida a un grano de fino aroma.
Desde 2014, Yadira Vázquez, propietaria de la finca, comenzó a sembrar los primeros árboles de cacao a 1,300 pies sobre el nivel del mar, bajo prácticas agroforestales sostenibles. Hoy, la hacienda alberga más de 3,500 árboles de cacao, junto a una diversidad de cultivos frutales que incluyen mango, piña, plátano, jengibre, vainilla y canela, entre otros.
“El origen del árbol de cacao es amazónico. Por lo tanto, sabemos que puede soportar el calor, la humedad, la sombra y la lluvia. Básicamente, nosotros quedamos dentro del Cinturón del Mundo, explicó Vázquez, en referencia a la franja geográfica cerca del Ecuador donde se da el mejor cacao del mundo.
El cacao de Hacienda Chocolat fue galardonado como uno de los 50 mejores cacaos a nivel global, con la distinción de plata de los premios Cacao of Excellence. Además, en 2023, The Academy of Chocolate les otorgó el galardón de plata por su barra de 75% de chocolate oscuro, y el de bronce por la del blanco caramelizado con trozos de café y cacao.
¿Qué define un cacao de fino aroma?
Para alcanzar un perfil de excelencia, Vázquez señala que el cacao debe tener tres características fundamentales: complejidad, distinción y balance.
“Para los catadores, un cacao fino aroma tiene que tener complejidad. Fíjate, me mencionaste que el chocolate que probaste te sabe a mango, nosotros tratamos que esas notas permanezcan. A lo mejor un chocolate puede tener la acidez de un fruto, el sabor a nueces, incluso a tierra. Así que si un cacao tiene unas cuantas notas diferentes, ya tenemos complejidad”, aseguró.
“La distinción. El chocolate que se produce aquí, jamás va a ser idéntico al de más nadie, porque nosotros tenemos ciertos tipos de árboles, un clima y un terreno particular. Y balance, que es la tercera característica, nosotros la logramos durante la fermentación. El chocolate tiene un balance entre lo amargo, dulce y acidez”, continuo.
El papel del mime
Un componente poco conocido, pero crucial en este proceso es el mime, o mosquito mordedor. Estos diminutos insectos —de apenas 1 a 3 mm— son los principales polinizadores de las flores de cacao. Su trabajo silencioso permite la fecundación de los frutos y, en consecuencia, influye en el sabor final del chocolate.
Una experiencia de agroturismo
Además de ser un centro de producción, Hacienda Chocolat ofrece una experiencia de agroturismo única.
El recorrido comienza en el área de estacionamiento, desde donde un guía recoge a los visitantes en un vehículo todoterreno. El trayecto inicia entre portones imponentes y vistas espectaculares hacia Palomino e incluso la isla municipio de Culebra.
La caminata por la finca es sencilla y guiada, entre árboles de cacao y otros cultivos. Los visitantes aprenden sobre el proceso completo de elaboración: desde la siembra y cosecha, hasta la fermentación, el secado y el tueste del grano.
La segunda parte del recorrido permite a los visitantes probar el cacao en todas sus formas. Desde la pulpa del fruto, hasta las barras ya procesadas. Se degustan los cuatro tipos de chocolate que produce la hacienda: 75% cacao, 65% cacao, 55% cacao y chocolate blanco caramelizado con trozos de café. Todo acompañado por una taza de chocolate caliente artesanal.
Para quienes buscan una experiencia más sofisticada, también se ofrece un maridaje de chocolate con cava, ron o whisky.