“Está embarazada”, dijo Brandon a su esposa, Madeline, tan pronto llegó de trabajar. Ella rápidamente tomó asiento en la periquera de la cocina para escuchar el chisme que su esposo traía del trabajo. “Vas a estar orgullosa de lo que conseguí hoy”, dijo y prosiguió, con lujo de detalle, a actualizar esa historia que, quizá, llevaban semanas siguiendo: Kelsey le pidió una prueba de paternidad para confirmar que ella le había sido infiel con un colega del trabajo desde hace ocho meses. “Tres días para saber si él es el padre”, atajó con una sonrisa.
El chisme pareciera ser parte importante de la rutina de Brandon y Madeline. Así se evidencia en su cuenta de TikTok (@thebrandonrobert), en el cual hay muchos más videos donde él le comparte las noticias más impactantes de la oficina— algunos suman millones de visualizaciones y miles de comentarios—.
Sin darse cuenta, el cotilleo no sólo les estaría dando momentos de diversión e intriga, también estaría fortaleciendo su matrimonio. Así también lo demostró un reciente estudio del Journal of Social and Personal Relationship.
Los beneficios detrás del tabú
Pese a que algunas personas lo perciben como una mala práctica e innecesaria, el chisme forma parte de (casi) cualquier relación personal.
De hecho, se ha demostrado que este acto— de intercambiar información (tanto positiva como negativa) sobre una persona que no está físicamente presente o activamente involucrada en la conversación— promueve la confianza y cercanía entre quienes lo escuchan.
¿Pero qué ocurre en una relación de pareja? Según el estudio de los investigadores, Chandler Spah y Megan Robbins, conllevarían los mismos beneficios a ese matrimonio, noviazgo o unión libre. Es decir, fortalecen la motivación, la comodidad para compartir sus experiencias, los intercambios emocionales, la comprensión, la sensación de equipo y el compromiso con el bienestar de la relación.
Para ello, la investigación grabó y analizó las conversaciones diarias de 76 parejas, heterosexuales y homosexuales, a fin de identificar cuánto tiempo dedicaron al chisme. Asimismo, se registraron sus datos demográficos y parámetros para medir la felicidad y calidad de la relación.
En total se analizaron 16 horas de conversación, de las cuales se identificó que las parejas dedicaron 38.40 minutos al chisme por día: las parejas de mujer-mujer chismearon 6.72 minutos más que las de hombre-mujer; y éstas, a su vez, reportaron 6.72 más que las de hombre-hombre.
Sin embargo, sólo hubo un caso en el que ninguna de las partes cotilleó con su pareja. Asimismo, en otras dos parejas uno de los integrantes no aportó ningún chisme a la conversación, pero el otro sí lo hizo.
El chisme para el bienestar de las parejas románticas
Así, el estudio comprobó que dedicar unos minutos de chisme con la pareja romántica mejora la calidad de la relación, así como la felicidad— aunque esta última en mucho más proporción que la primera variable—.
Con ello, los autores también sostuvieron la hipótesis de que los chismes (especialmente si son historias o casos de redes sociales compartidas o conocidos mutuos) sirven como una forma de vínculo emocional y fomentan una mayor comunicación entre las parejas.
Al ser una actividad compartida, se refuerza la percepción de que “están en el mismo equipo”. Por ende, los sentimientos de conexión, confianza y otras cualidades positivas se hacen mucho más evidentes; además de contribuir al bienestar general.
“Chismear negativamente con la pareja de regreso a casa después de una fiesta podría indicar que el vínculo es mucho más fuerte que con sus amigos en la fiesta; mientras que chismear positivamente podría prolongar las experiencias divertidas”, ejemplifica el estudio.
En otro hallazgo, se planteó que el chisme puede funcionar como una herramienta de regulación social o de aprendizaje de normas en las relaciones.
Es decir, explica el estudio, platicar sobre el comportamiento y las acciones de otras personas es una manera para percatarse de sus propias conductas y expectativas. Esto construye o fortalece una relación mucho más armoniosa a futuro, pues ambas partes se sienten comprendidas y apoyadas.
“Estos datos revelaron otro posible lado positivo de un comportamiento con mala reputación: chismear con una pareja romántica de cualquier género se asocia positivamente con el bienestar”, ataja.
Cabe señalar que en todos los casos se observaron niveles altos de felicidad. No obstante, los registros de las parejas del mismo sexo eran mucho mayores que las heterosexuales; mientras las de mujeres reportaron la mayor calidad de relación.
Los dos extremos del chisme
Pese a su mala reputación, el hecho de reunirse con las amigas para actualizar el chisme del otro día o pausar el trabajo para escuchar al colega que obtuvo “la pieza que faltaba” de una historia puede fortalecer y mantener esos vínculos sociales.
Asimismo, es una manera de expresar comportamientos poco éticos o poco profesionales. Por ello, y contrario a lo que se pensaría, ‘echar el chismesito’ también genera compasión, empatía y comprensión del sufrimiento o preocupación de la persona que lo comparte.
Sin embargo, la historia es diferente cuando los chismes se tornan en una plática maliciosa. En estos casos, se puede dañar la reputación de la o las personas involucradas, e incluso dar pie al acoso.
ASG