Parte II: Las reformas económicas en la República Popular China. Con la muerte de Mao Zedong en 1976, los reformistas del Partido Comunista Chino (PCCh), encabezados por Deng Xiaoping, se hacen con el poder e impulsan un proyecto de reformas que cambia radicalmente la realidad económica de China. Al mismo tiempo, capturaron a varios dirigentes ortodoxos del PCCh, incluyendo a Jiang Qing, la cuarta esposa de Mao, por ser los principales responsables de los excesos cometidos durante la Revolución Cultural. Este proceso se conoció como “el juicio a la Banda de los Cuatro”; fueron condenados a diferentes penas.
Las reformas comenzaron al sustituir la planificación centralizada extrema e iniciar la descolectivización de la agricultura, la apertura del país a la inversión extranjera, el fomento del emprendedurismo, la privatización de empresas del Estado y la modernización de la economía en general. Los resultados de los cambios han sido sorprendentes. En este camino se adoptaron las reglas del capitalismo sobre el libre mercado y la globalización. El éxito de estas reformas se ve reflejado en la reducción eficaz de la pobreza y un aumento de la riqueza: se estima oficialmente que aproximadamente 800 millones de personas salieron de la pobreza.
China avanzó en el tema económico, definiéndose como un país de dos sistemas: en lo económico, capitalista; y en lo político, socialista. Obviamente, China logró superar el dogmatismo comunista y los fracasos de Mao. Aun así, el pueblo chino lo sigue venerando. Su legado se utiliza como política ideológica para justificar la autoridad y el poder del PCCh. Los comunistas chinos han mantenido un discurso político marxista-leninista para ratificar su dictadura de partido único, aunque en la práctica han llevado a cabo la mayor revolución capitalista mundial. El pragmatismo ha superado al maoísmo.
El artífice de la nueva China, indudablemente, lo representa Deng Xiaoping. La visión del líder quedó estampada en una célebre frase: “No importa que un gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones.” En esta referencia, Deng considera la apertura y la inversión como factores fundamentales del nuevo modelo económico de China. Deng reconoció las bondades del capitalismo con la expresión: “Es maravilloso crear riquezas”, llamando a su sistema «socialismo con características chinas» o “socialismo de mercado”. Deng también afirmaba que “la pobreza no es socialismo”.
A pesar del papel de Deng en las reformas, se le responsabiliza de la masacre en la plaza de Tiananmén en junio de 1989, durante las protestas prodemocracia, en donde por lo menos 2,000 manifestantes habrían muerto y centenares más fueron arrestados, acusados de contrarrevolucionarios. Muchos de ellos siguen todavía en la cárcel. Los derechos humanos son una deuda pendiente del gobierno chino. Deng Xiaoping murió a los 92 años, en 1997.
El milagro económico de la República Popular China registra un progreso sin precedentes que ha convertido al país en la segunda economía más importante del mundo. Se crearon zonas económicas especiales, como la ciudad de Shenzhen, con el crecimiento económico más rápido de China: una increíble transformación, y hoy en día suele describirse como el «Silicon Valley chino» (Zona Tecnológica). El ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), en diciembre de 2001, fue categórico para incrementar el sector privado, con reformas institucionales que aumentaron la competencia y ayudaron a incentivar el desarrollo económico.
