Alerta mundial: se apaga una amenaza, continúa un genocidio

Alerta mundial: se apaga una amenaza, continúa un genocidio

La humanidad respira más aliviada desde que comenzó a apagarse la agresión yanqui-sionista sobre Irán, prohijada por un mundo en el que toda regla civilizada vuela por los aires, cual los misiles de ataques y contrataques, al son de la prepotencia sin freno de los poderosos, aunque todavía no esté muy claro con cuáles garantías y por cuánto tiempo el planeta respirará más tranquilo, cuando el saldo final de la última aventura militarista parece la lenta combustión, como en búnkeres secretos, de conflictos que explotarán después al calor del odio, la desconfianza y  los resentimientos típicos de los militarismos.

Entre golpes y contragolpes, discursos de desinformación y pirotecnias confusas de la desescalada y la paz logradas –al menos por ahora–, parece olvidarse que la maquinaria militar sionista no detuvo su genocidio paralelo contra el pueblo palestino ni siquiera en esos 12 días de guerra en que el planeta testificaba las consecuencias de la arrogante y peligrosa filosofía trumpista de imponer la paz a través de la fuerza. Como en una película del «sheriff» idolatrado que lo sostiene al otro lado del Atlántico, Israel, simplemente, mataba a dos manos.

Insulta a la dignidad humana que algunos entusiastas acunadores del extraño pacifista que juega a los dados con los botones rojos de la Casa Blanca anden procurándole premios Nobel, cuando en realidad es el inversionista principal de la idea de tierra arrasada en Gaza y más allá. Es el dictador mundial que pretende erigir un paraíso turístico no sobre blanca arena, sino sobre la fina ceniza resultante de los cuerpos de miles de palestinos sometidos a un martirio medieval.

Donald Trump es el jefe del régimen totalitario universal que ahora mismo extorsiona a la dócil Europa de la otan obligándola a comprar más cañones para hacer las guerras que convengan a Washington, aun a costa de poner en riesgo el «Estado de bienestar» de esos aliados devenidos súbditos. Como río purulento, todo ese odio desemboca inevitablemente en el Sur Global, no solo, desde su óptica, un «patio trasero», sino un patio en disputa. ¿Puede escucharse una pesadilla más baja, deshumanizante y brutal?

Si nos fuéramos aliviados a casa porque los aviones israelíes ya no bombardean Irán y los misiles de réplica ya no caen sobre Israel con las heridas humanas de ambas partes, daríamos las espaldas al sufrimiento, el dolor y la aniquilación fascista del pueblo palestino.

Ahora que paró una amenaza real para la paz y la existencia humana, levantémonos para parar un genocidio. El mundo entero es responsable de salvar al pueblo palestino de la expulsión de sus tierras, del arrasamiento de sus recursos, del achicamiento de su mapa-nación, de la presencia del colono ajeno y del exterminio resultante.

¡Mientras se conviva impasible con semejante barbarie ninguna paz estará garantizada!

Fuentes

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