El panorama internacional es incierto y turbulento (un nuevo orden mundial está en construcción, la posibilidad de una conflagración global ha tenido en vilo al planeta y se vive una vertiginosa transformación tecnológica). Todo ello hace imperativo que El Salvador gestione efectivamente cinco riesgos y fortalezca determinadas capacidades de resiliencia para salir adelante.
1. Medidas antinmigrantes. La implementación de deportaciones masivas desde EUA tiene el potencial de desequilibrar al país. ¿Por qué? Debido a que una cuarta parte de la población cuscatleca vive en EUA y más de un millón de ellos están en una situación migratoria irregular. El flujo de remesas es clave para la economía nacional (dolarizada) y la economía familiar. Las remesas equivalen al 23 % del PIB y uno de cada cinco hogares recibe, en promedio, US$ 309 mensuales en concepto de remesas. De disminuir las emigraciones y aumentar las deportaciones, es previsible que se eleve la pobreza y se contraiga el consumo. Es decir, entraría en crisis el modelo de exportación de mano de obra (migraciones = remesas).
2. Efectos del cambio climático. De acuerdo con especialistas ambientales, los efectos adversos del clima en El Salvador son evidentes: cambios en los patrones del ciclo de lluvias, eventos hidrometeorológicos extremos y cada vez más intensos, períodos secos prolongados y aumento en las temperaturas. Estos fenómenos generan pérdidas y daños significativos: desde infraestructura vial hasta medios de vida, afectando cultivos, ganado, ecosistemas y poniendo en riesgo la vida de muchos.
3. Desequilibrio fiscal y alto endeudamiento. El GOES ha logrado un importante acuerdo con el FMI a fin de fortalecer las finanzas públicas. Se trata de un ajuste fiscal de 3.5 puntos porcentuales del PIB durante tres años. Eso conlleva realizar acciones para reducir el gasto y aumentar los ingresos, con el objeto de reducir el alto nivel de deuda. También se contemplan medidas para mejorar las reservas internacionales y reformas en el sistema de pensiones para hacer más eficiente el gasto público. Los recortes presupuestarios serán más fuertes si el crecimiento económico no supera el 3 % en los próximos años.
4. Desastres naturales. UNISDR indica que Centroamérica es una zona de multiamenazas y altamente expuesta a fenómenos meteorológicos adversos, así como a la confluencia de placas tectónicas activas, que mantienen a la región con un nivel de alta actividad sísmica y erupciones volcánicas. De acuerdo con datos del Banco Mundial, una gran parte de la población y del PIB en Centroamérica presenta una alta exposición al riesgo. Con dos o más riesgos se encuentra un 95 % de la población en El Salvador. Esta situación plantea la conveniencia de promover la gestión de riesgos.
5. Hogares más vulnerables. El Banco Mundial encontró que había más hogares en condición vulnerable que aquellos en situación de pobreza en El Salvador. Casi 4 de cada 10 personas en las zonas rurales viven en hogares propensos a caer en la pobreza. Por su parte, el informe “Pobreza multidimensional en El Salvador” (PNUD/UNICEF, 2025) destaca que 1 de cada 4 hogares está en condición de pobreza multidimensional, y que, en zonas rurales, la pobreza multidimensional es 2.5 veces la de las zonas urbanas, siendo mayor en los hogares con niños y en los hogares con jefatura femenina. Para mitigar este riesgo es clave el empoderamiento económico de las mujeres vulnerables.
Reflexión 1: debemos tomar conciencia del significado de nuestra vulnerabilidad socioambiental en el marco de un contexto mundial plagado de amenazas y conflictos. Habría que priorizar la gestión de riesgos y enfocarse en lo fundamental en este quinquenio (seguridad alimentaria, acceso al agua segura, educación digital, servicios sanitarios esenciales y medios de vida sostenibles).
Reflexión 2: el reto es enorme. Tan importante es promover las exportaciones y el turismo como atender los déficits de vivienda social, movilidad pública, banca minorista y conectividad vial y virtual en los catorce departamentos.
junio 28, 2025
