El bombardeo contra Irán y su problemática lección sobre las armas nucleares

El bombardeo contra Irán y su problemática lección sobre las armas nucleares

Hacía casi dos décadas que ningún país se abría paso a codazos en el club de las naciones con armamento nuclear. El presidente Donald Trump, con su bombardeo de tres instalaciones nucleares iraníes el pasado fin de semana, ha prometido mantener la puerta cerrada.

Es difícil predecir si el ataque preventivo de Trump lo conseguirá, tan poco tiempo después del ataque y del frágil alto el fuego que le ha seguido. Pero ya suscita temores de que Irán y otros países saquen una conclusión muy distinta de la que pretendía la Casa Blanca: que tener una bomba es la única protección en un mundo amenazador.

El último país en conseguir una, Corea del Norte, nunca se ha enfrentado a un ataque de este tipo. Tras años de desafiar las exigencias de desmantelar su programa nuclear, ahora se considera en gran medida inexpugnable. Trump intercambió cartas amistosas con su dictador, Kim Jong-un, y se reunió con él dos veces en un esfuerzo infructuoso por negociar un acuerdo. En el caso de Irán, Trump desplegó bombarderos B-2 apenas unas semanas después de hacer una nueva propuesta diplomática a sus dirigentes.

“Los riesgos de que Irán adquiera un pequeño arsenal nuclear son ahora mayores de lo que eran antes de los acontecimientos de la semana pasada”, dijo Robert Einhorn, experto en control de armas que negoció con Irán durante el gobierno de Barack Obama. “Podemos suponer que hay una serie de partidarios de la línea dura que defienden que deben cruzar ese umbral nuclear”.

Irán se enfrentaría a obstáculos tremendos para fabricar una bomba, incluso si hiciera un esfuerzo concertado para conseguirla, dijo Einhorn, sin olvidar el conocimiento de que si Estados Unidos e Israel detectan tal movimiento, volverán a atacar. No está nada claro que los dirigentes iraníes, aislados, debilitados y desorganizados, quieran provocarlos.

Sin embargo, la lógica de la proliferación se cierne sobre un mundo en el que las grandes potencias con armas nucleares —Estados Unidos, Rusia y China— son vistas como cada vez menos confiables e incluso como depredadoras hacia sus vecinos. Desde el golfo Pérsico y Europa Central hasta Asia Oriental, dijeron los analistas, los países no nucleares observan la difícil situación de Irán y calculan las lecciones que deberían aprender de este país.

“Sin duda, Corea del Norte no lamenta el día en que adquirió armas nucleares”, dijo Christopher Hill, quien dirigió las prolongadas y, al final, infructuosas, conversaciones con Pionyang en 2007 y 2008 para intentar persuadirlo de que desmantelara su programa nuclear.

El atractivo de la bomba, dijo Hill, se ha hecho más fuerte para los aliados de Estados Unidos en Medio Oriente y Asia. Desde la Segunda Guerra Mundial, se han cobijado bajo un paraguas de seguridad estadounidense. Pero ahora se enfrentan a un presidente, en Trump, que considera las alianzas incompatibles con su visión de “Estados Unidos primero”.

“Yo tendría mucho cuidado con la suposición de que existe un paraguas nuclear estadounidense”, dijo Hill, quien fue embajador en Corea del Sur, Irak, Polonia y Serbia durante el mandato de presidentes demócratas y republicanos. “Países como Japón y Corea del Sur se preguntan si pueden confiar en Estados Unidos”.

El apoyo al desarrollo de armas nucleares ha aumentado en Corea del Sur, aunque surecién elegido presidente, Lee Jae-myung, ha prometido mejorar las relaciones con Corea del Norte. En 2023, el presidente Joe Biden firmó unacuerdo con Seúl para que participara más en la planificación nuclear con Estados Unidos, en parte para atajar el impulso de políticos y científicos surcoreanos de desarrollar su propia capacidad armamentística nuclear.

En Japón, la opinión pública ha sido durante mucho tiempo partidaria del desarme, legado de las bombas atómicas estadounidenses lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. Pero ha empezado a debatir si debe almacenar armas nucleares de Estados Unidos en su suelo, como hacen algunos miembros de la OTAN. Shinzo Abe, ex primer ministro, dijo que si Ucrania hubiera conservado algunas de sus bombas de la era soviética, podría haber evitado una invasión rusa.

Las amenazas del presidente Vladimir Putin de utilizar armas nucleares tácticas al principio de ese conflicto hicieron reflexionar al gobierno de Biden sobre la agresividad con la que armar al ejército ucraniano. También aumentó el temor a que otras potencias revisionistas pudieran utilizar el chantaje nuclear para intimidar a sus vecinos.

La lección de Ucrania podría acabar siendo: “Si tienes armas nucleares, guárdalas. Si aún no las tienes, consíguelas, sobre todo si careces de un defensor fuerte como EE. UU. como aliado y si tienes una disputa con un país grande que podría conducir de forma plausible a la guerra”, escribieron Bruce Riedel y Michael O’Hanlon, analistas de la Brookings Institution, un grupo de investigación de Washington, en 2022.

Arabia Saudita, aliada de Estados Unidos y archirrival de Irán, ha observado con alarma las ambiciones nucleares de Teherán. Los expertos afirman que sentiría una enorme presión para desarrollar su propia arma si Irán llegara a obtener una. Estados Unidos ha intentado tranquilizar a los saudíes ofreciéndoles ayuda para un programa nuclear civil, pero esas negociaciones se vieron interrumpidas por la guerra de Israel contra Hamás en Gaza.

Y sin embargo, a pesar de todas las predicciones sobre una carrera armamentística regional, todavía no se ha producido. Los expertos dicen que eso es un testimonio del éxito de las políticas de no proliferación, así como de la accidentada historia de los países que intentaron conseguir las armas.

Medio Oriente es un paisaje desordenado de sueños nucleares frustrados. Irak, Siria y Libia desmantelaron sus programas mediante la diplomacia, las sanciones o la fuerza militar. En la categoría de cuentos con moraleja, el de Libia es quizá el más vívido: Muamar el Gadafi renunció a sus armas de destrucción masiva en 2003. Ocho años más tarde, después de que una operación militar respaldada por la OTAN derrocara a su gobierno, salió a rastras de una alcantarilla para enfrentarse a una muerte brutal a manos de su propio pueblo.

La estrategia de Irán de enriquecer uranio de forma agresiva, sin llegar a la bomba, tampoco lo protegió en última instancia.

“En la medida en que la gente está mirando a Irán como un caso de prueba, Trump ha demostrado que su estrategia no es una garantía de que vaya a evitar un ataque militar”, dijo Gary Samore, profesor de la Universidad Brandeis, quien trabajó en las negociaciones de control de armas en los gobiernos de Obama y Bill Clinton.

Samore dijo que era demasiado pronto para decir cómo afectarían los ataques israelíes y estadounidenses a Irán al cálculo de otros países. “¿Cómo acaba esto?”, dijo. “¿Acaba con un acuerdo? ¿O se deja que Irán persiga un arma nuclear?”.

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Los expertos en proliferación son, por naturaleza, cautelosos. Pero algunos intentan encontrar un resquicio de esperanza en los acontecimientos de la última semana. Einhorn dijo que, al cumplir su amenaza de bombardear un Irán con mentalidad nuclear, Trump había enviado un mensaje tranquilizador a los aliados estadounidenses que se enfrentan a sus propias inseguridades nucleares.

“En Moscú, Piongyang y Pekín”, dijo Einhorn, “han tomado nota no solo del alcance y la capacidad del ejército estadounidense, sino de la voluntad de este presidente de utilizar esa capacidad”.

Fuentes

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