El juez Antonio S. Negrón García siempre tuvo su toga muy bien puesta. Nunca le quedó grande ni pequeña. Era el epítome de lo debería cualquier miembro del poder judicial: vivió la independencia judicial en todas sus dimensiones internas y externas.

El juez Antonio S. Negrón García siempre tuvo su toga muy bien puesta. Nunca le quedó grande ni pequeña. Era el epítome de lo debería cualquier miembro del poder judicial: vivió la independencia judicial en todas sus dimensiones internas y externas.