Economía verde: una economía de vida

Economía verde: una economía de vida

La llamada economía verde no es un ornamento discursivo. Es un concepto que debe guiar el desarrollo nacional en la era del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la creciente desigualdad. Panamá, con su ubicación geográfica privilegiada y su riqueza natural, tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de convertirse en un modelo de transición ecológica, donde el desarrollo no signifique destrucción y donde los recursos naturales se administren con inteligencia y equidad. Se trata de pasar de una economía de muerte, basada en la sobreexplotación de lo finito, a una economía de vida, que reconoce el valor estratégico de los ecosistemas para la supervivencia nacional y planetaria.

Donoso y el Corredor Biológico: una frontera crítica

El distrito de Donoso no es una zona cualquiera. Se encuentra en el corazón del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), una red de áreas naturales que conecta los ecosistemas desde México hasta Panamá. Esta franja de vida asegura la conectividad de especies, la salud de los bosques, el equilibrio climático y el futuro agrícola e hídrico de la región. El Corredor Biológico no puede ser sacrificado por decisiones apresuradas. Su fragmentación supondría un golpe irreversible a la biodiversidad nacional y a la estabilidad ecológica de Mesoamérica.

Planificación con conocimiento, no con improvisación

No hay política ambiental seria sin planificación territorial, sin evaluación de impacto acumulativo, sin monitoreo técnico, ni sin participación comunitaria vinculante. No basta con promesas de “minería responsable”. Lo que se necesita es un enfoque integral, basado en zonificación ecológica, restauración progresiva, límites claros a la intervención humana y una evaluación independiente de los daños ya ocasionados por los megaproyectos mineros. Lo contrario sería repetir la fórmula del despojo: riqueza para pocos, pobreza y contaminación para muchos.

¿Es posible una minería verde?

La pregunta no es si puede existir una minería verde, sino en qué condiciones podría permitirse una actividad minera sin comprometer el futuro ecológico del país. Esas condiciones deben incluir, como mínimo:

  • Prohibición total de la actividad minera en áreas núcleo del Corredor Biológico.

  • Uso obligatorio de tecnologías de bajo impacto.

  • Compromisos reales de restauración ecológica.

  • Participación comunitaria con poder de decisión.

  • Monitoreo técnico y ciudadano con acceso público a la información.

Si estas condiciones no pueden cumplirse, entonces no se trata de minería verde, sino de extractivismo maquillado.

Entre la presión y la ética ambiental

El Estado panameño no puede seguir rindiéndose ante la presión de intereses corporativos disfrazados de promesas de empleo y regalías. La economía del futuro no puede basarse en la rapiña de nuestros ecosistemas estratégicos, sino en el fortalecimiento de un modelo productivo sostenible que promueva la investigación científica, la bioeconomía, las energías limpias, el ecoturismo y la agroecología.

La defensa del Corredor Biológico Mesoamericano, y en particular de Donoso, no es una cuestión secundaria: es una causa nacional. El verdadero recurso estratégico del siglo XXI no es el cobre ni el oro, sino la vida misma: el bosque, el río, el suelo fértil, el aire limpio, la biodiversidad.

Panamá debe optar por una economía verde, con base científica, compromiso social y visión de futuro. No se trata de decir no a todo, sino de decir sí a lo que nos garantiza dignidad, vida y soberanía para las próximas generaciones.

El autor es especialista en Ciencias Sociales, Planificación Ambiental y Uso de la Tierra.


Fuentes

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