En el lenguaje misterioso de tus ojos

En el lenguaje misterioso de tus ojos

Manuel Corona está considerado como uno de los cuatro grandes de la trova cubana, junto a Sindo Garay, Alberto Villalón y Rosendo Ruiz.. Foto: Archivo Granma

Es verdad que, a principios del siglo pasado, una práctica habitual y normalizada entre los trovadores fue la de apropiarse de los versos de algún poeta, sin darle crédito. Esta es la esencia que define una antológica canción como La tarde, de Sindo Garay, con versos del poeta mexicano Amado Nervo y de la poeta puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió; o la de un clásico del porte de La cleptómana, de Manuel Luna, al musicalizar los versos de Agustín Acosta.

De todos modos, semejantes ejemplos representan solo un segmento de la trova tradicional, conformada por cubanos muy humildes, pero marcados por una coherente afinidad estética en el gesto de cantarles a nuestras mujeres, desde una elegancia tal que todavía hoy día impresiona profundamente.

Ahí están Mi sublime ilusión, de Salvador Adams, o Pensamiento, de Rafael Gómez; y, por supuesto, que las no menos populares Aurora, Mercedes o Santa Cecilia, canciones que forman parte de las 80 composiciones que el trovador natural de Caibarién, Manuel Corona, dedicara a nombres de mujer.

Reconocido por el musicógrafo Lino Betancourt como «el sublime cantor de la belleza y la guitarra», no es cierto que todas estas mujeres hayan sido enamoradas, novias o amantes de Corona; puesto que, al ser dueño de una emotiva sensibilidad, era capaz de caer rendido ante la belleza femenina, y muchas de estas piezas le fueron solicitadas por encargo.

Muestra de ello fue cuando le pidieron que escribiera una canción para la preciosa mulata Longina O´Farril, quien le acababa de ser presentada. Bastó una semana para que un domingo de octubre de 1918, y en la voz de María Teresa Vera, fuera estrenado, con el nombre de Longina, uno de los temas más hermosos en toda la historia de la canción cubana.

El hecho de que para el nacimiento de una pieza tan significativa se haya contado con la privilegiada participación de Vera, se debió a que Corona estaba más concentrado en las labores de compositor y guitarrista, aunque en algunas grabaciones se le escucha cantar, tanto con voz primera como segunda.

El desempeño del Corona compositor alcanzó todavía un mayor impacto durante estos años, por sus fraternales contestaciones a las canciones de otros trovadores, como fueron los casos de Ausencia sin olvido, en respuesta a Ausencia, de Jaime Prats, o Gela amada, en referencia a la Gela hermosa, de Rosendo Ruiz.

Si bien tenemos que sentirnos orgullosos de la presencia del Festival Longina en homenaje al venerado trovador, en este aniversario 145 del natalicio de Manuel Corona, seamos también capaces de percibir su obra –al igual que la de sus ilustres contemporáneos– como el intenso destello de luz que, cargado de lirismo, es capaz de atravesar cualquier tiniebla que nos aturda, por la carencia del elemental aliento poético en alguna que otra canción de nuestros días.

Fuentes

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