Corrupción sin justicia, denuncias congeladas
Bernardo Arévalo prometió combatir la corrupción con mano firme, pero a más de un año de gestión, las cifras revelan otro escenario. De las 216 denuncias que su gobierno ha presentado, el 80 % se encuentra sin avances: siete archivadas, 17 desestimadas y 24 completamente ignoradas. La mayoría permanece atrapada en la burocracia, mientras redes ilícitas continúan operando impunemente, especialmente en ministerios clave como Comunicaciones. La promesa de transparencia quedó sepultada por la ineficiencia institucional.
Inoperancia legislativa y privilegios intactos
El partido Semilla, con escasa representación en el Congreso, ha sido incapaz de impedir abusos como el escandaloso aumento del 82 % en el salario de los diputados. Lejos de liderar una reforma del sistema, Arévalo ha optado por convivir con los vicios de siempre. La clase política sigue protegida por un sistema que premia la mediocridad, mientras los guatemaltecos sufren el deterioro de los servicios públicos más básicos.
Ciudadanía decepcionada y migración en aumento
La “primavera democrática” vendida por Arévalo empieza a marchitarse ante los ojos de una población harta de discursos vacíos. En el área rural, la pobreza continúa; la inversión social es mínima y el desempleo sigue expulsando miles de guatemaltecos cada mes. La esperanza que generó el cambio se ha transformado en desconfianza. El pueblo no ve mejoras tangibles en su calidad de vida.
La prensa bajo amenaza constante
Aunque se posicionó como defensor de las libertades, su gobierno no ha desmontado los mecanismos de criminalización contra periodistas. Reporteros Sin Fronteras denunció que continúan los juicios y el acoso contra voces críticas. La libertad de expresión sigue bajo ataque, incluso bajo el discurso “progresista” que Arévalo promueve.
Discurso hueco, país estancado
La gestión de Arévalo ha sido más propaganda que transformación. No hay reformas profundas, ni resultados medibles. Su “nueva política” ha resultado ser una máscara para encubrir viejas prácticas. Guatemala sigue atrapada entre el abandono estatal y la manipulación ideológica de ONGs internacionales.